Una marea de lodo y escombros entrando ferozmente en la ciudad de Atami, en la prefectura de Shizuoka, arrasando con todo a su paso desde lo alto de una montaña. Es la imagen que deja el deslizamiento de tierra en el suroeste de Tokio, la capital de Japón, durante la mañana del sábado 3 de julio.
Los vídeos publicados en las redes sociales muestran una mezcla de tierra, agua y madera fluyendo con fuerza desde la colina hacia la zona residencial de la turística ciudad, arrasando con una decena de viviendas a su paso. El deslizamiento de tierra, producido por las lluvias torrenciales de los últimos días, deja una veintena de desaparecidos y los equipos de rescate habrían hallado dos cuerpos «en estado de paro cardíaco», el término que usan en la isla antes de que un médico certifique la muerte.
«En un momento de la mañana, 13 personas estaban desaparecidas, pero las cifras están cambiando porque todavía estamos luchando por resolver la situación», dijo el funcionario de gestión de desastres, Naosaka Miyahara, a la agencia AFP.
La localidad afectada, situada en el centro oeste de Japón entre las montañas y la costa, es conocida entre los turistas por sus aguas termales. Desde el pasado jueves, las incesantes lluvias dejaban cerca de 800 milímetros de precipitaciones, según la Agencia Meteorológica nipona. Las lluvias, mucho más pronunciadas de lo habitual en el mes de julio, habrían provocado el deslizamiento de tierra, desprendiendo una gran capa de la montaña.
Declarado el nivel de alerta máxima en la región
Mientras los equipos de rescate y bomberos, con la ayuda del Ejército nipón, trabajan por hallar a los desaparecidos, el primer ministro de Japón, Yoshihide Suga, convocó un grupo de trabajo de emergencia junto al ministro encargado en desastres naturales, Yasufumi Tanahashi, para hacer frente a la crisis y pidió a los ciudadanos de la región que permanezcan en alerta: «puede haber más lluvias fuertes y debemos tomar la mayor precaución», señaló Suga en la televisión.
Los residentes de Atami se despertaron con el estruendo de la catástrofe. «Escuché un sonido horrible y vi un alud de lodo fluyendo hacia abajo mientras los socorristas instaban a la gente a evacuar. Así que corrí a un terreno más alto», dijo a la cadena pública local NHK, el director de un templo cercano al desastre. El hombre explicó que cuando volvió al templo «las casas y los coches frente a él habían desaparecido».
Las imágenes y vídeos compartidos en Internet también muestran cómo el torrente derriba postes de electricidad, dejando a casi 3.000 hogares sin luz y paralizando el sistema de transporte ferroviario de alta velocidad entre la capital y la región.
Además, decenas de personas han tenido que ser evacuadas en la localidad más afectada, Atami, donde se emitió la alerta de evacuación más alta, que exige a la gente a «asegurar la seguridad urgentemente». En la región de Hiratsuka, las autoridades también ordenaron la evacuación de los residentes de varias localidades ante el temor del desbordamiento de los ríos cercanos.
Según los meteorólogos, gran parte del país se encuentra ahora en su temporada anual de lluvias y suele perdurar durante varias semanas, provocando inundaciones, corrimientos de tierra. Pero la intensidad de las precipitaciones se ha agravado en los últimos años debido al cambio climático, generando lluvias más intensas.
France24 con AFP y medios locales