Los años 2020-2021. Por Luis Acosta

Los años 2020-2021 se han confabulado para hacer las cosas difíciles y esos ejercicios complejos. Las coincidencias arroparon las escenas y un fuerte calor puso a hervir el ambiente. Las elecciones en los Estados Unidos concentraron las ideas principales y el caldeo político tomó las riendas de las circunstancias. En efecto, el decir de Ortega y Gasset, “el hombre es el más sus circunstancias”, colmaban los quehaceres y las esperanzas. 

todo se movía y en nada se acertaba. Las elecciones en Norteamérica estaban decididas, según las reglas, para noviembre del 2020 pero algo tormentoso se desataba en el mundo general. Una infección maligna y tenebrosa se guinda por las greñas de la humanidad y aparece el Covi19 ante quien nadie logró ampararse. el mal llegaba de china, o de los murciélagos, o de los vampiros, o de las ratas pero casi ningún humano conocía de ese daño. 

La confusión subió por las escaleras. A las primeras de cambio, todo era  oscuro y sin conocimiento de nada. por ejemplo, podría ser la vuelta de la peste de aquellos años grises. Los médicos infectólogos corrían de un lado a otro pero la enfermedad no se curaba, empezaba a cobrar vidas y el pueblo lucía indefenso.

En corolario, los científicos y los hombres del laboratorio consumieron decisiones, las más, improvisadas y se sentían miedosos por los resultados.

Mientras tanto, los dirigentes políticos se veían desconcertados y hasta salieron algunos de “vacaciones”. Las complicaciones y la ignorancia sobre el problema eran evidentes, calamitosas, contagiantes y llenas de miedos y sustos. 

Por su lado, el Presidente Trump se metía y salía de aquella vorágine mientras Biden lucía más tranquilo por su confianza en el triunfo. Sin embargo, afortunadamente, la importancia del hecho político absorbió el espacio nacional y global. Las elecciones se realizaron y, después, acomodos, diretes y sinfonías de protestas políticas, Biden resultó ganador pero la enfermedad ya era una peligrosa pandemia que su gobierno tenía que superar.

De allí, nada interesaba más que la vida del país que se veía comprometida por este mal de todo, extendido por todo el mundo. ante esa realidad, que no había otra, sucumbimos en nuestra voluntad y pasamos a rezar y a pedirle a Dios clemencia y perdón por tanto errores y horrores cometidos, y pasar a alimentar las actividades que sirvieran para mejorar y superar las cargas que entre todos colocamos en los morrales de Venezuela. Así, decidimos guardar la columna Reflexiones para retomarla a partir de esta entrega con la misma voluntad y el mismo amor por Venezuela!

¡Que Dios nos ayude!

 

Luis Acosta

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