ay dos estrategias claramente definidas en Venezuela. La primera es la del régimen, las elecciones en condiciones que, de mínimas, pasaron a ser absurdas. Obliga a presuntos procesos electorales en un océano de instituciones dominadas por él con gran hermetismo, donde finalmente impone partidos, candidatos, votantes y resultados, condición en la que no “pierde ni perdiendo”, es decir, toda instancia de poder que vía sufragio los venezolanos le quitan, resta competencias, facultades e impone poderes paralelos, no solo los protectores que ha “prometido” eliminar sino las Zodis, Redis e infinidad de estructuras psuvizadas impuestas bajo el pretexto del inefable “Poder Popular”.
La segunda estrategia es la ciudadana, la abstención. Los venezolanos de manera espontánea han decidido no volver a votar hasta que la situación anteriormente descrita cambia radicalmente. Lo perpetrado por las instituciones psuvizadas contra la AN 2015-2020 sobre pasó a todas las maniobras anteriormente realizadas, amén de la inconstitucional evasión del referéndum revocatorio de 2016, ambos hechos hicieron comprender a los venezolanos que todo lo “electoral” no vale de nada si no hay institucionalidad.
Por otra parte, la abstención ha sido la estrategia que más daño ha hecho al chavismo, perdió todo de reconocimiento legal y legitimo en occidente, lo hizo centro de acciones punitivas por parte de la comunidad internacional e incluso sus “aliados” como China, su principal financista, marcó severa distancia, manteniendo solo un apoyo diplomático, eso sí, cobrando al régimen todo lo adeudado.
Ahora bien, estas dos estrategias están claramente definidas, falta la opositora. Lo realmente preocupante es que, Juan Guaidó, ante un apoyo popular que llegó al 80% en el primer trimestre de 2019 hoy llega escasamente a los dos dígitos, prácticamente igual que Maduro, pero no es solo un rechazo contra su persona, sino contra la oposición empero.
En pocas palabras, Venezuela se encuentra acéfala políticamente, la falsa oposición electorera desde 2018 solo ha logrado hacerse copropietaria de la abstención. La estrategia chavista de entregarle a un grupo de políticos segundones las directivas de los principales partidos políticos opositores, así como la crear nuevas todas con autoproclamados lideres, desconocidos, no dio resultado.
Todo se agrava cuando 22 años de repeticiones forzadas (o pactadas) nuevamente se retoman caminos ya recorridos como diálogos estériles y la presunción de participar nuevamente en elecciones en condiciones absurdas, sin Estado de derecho, ni ningún vestigio de constitucionalidad, ni democracia.
La estrategia opositora, de la reconocida, debe girar en la presión real, la de calle conforme mandata nuestra carta magna, la presión política criolla e internacional, para finalmente concretar hechos que conlleven al rescate del imperio de la ley.
Por ahora, la abstención luce como la mejor decisión, pero sola es insuficiente, se requiere un conjunto de acciones donde la comunidad internacional esté dispuesta a actuar en un marco de voluntad política que puede surgir en esta nueva etapa de acercamiento que comenzó en México con los gobiernos que apoyan ambas partes. Sí los venezolanos desde 2017 se han resistido ir a las urnas electorales, y ello ha debilitado enormemente al régimen, la estrategia debe continuar por ese camino, con planes claros, con el apoyo de las democracias del mundo.
Leandro Rodríguez
@leandrotango