“Expósito” nombre que dio la historia el estigma de los hijos sin apellidos. Los “niños expósitos” eran niños abandonados de padres desconocidos. Con ellos es imposible poder remontarse en su pasado y establecer vínculos familiares, son personas “sin genealogía” La palabra “expósito” es una palabra latina “expósitos” que significa expuesto. Deriva del verbo “expono-expositum” que significa “poner fuera”. Si bien, las leyes han mejorado esta relación, nunca sanarán los daños que a nivel psicológico, espiritual y social que nuestros niños llevarán en sus espaldas por la vida.
Estos “abandonos” eran fruto de la pobreza extrema, la orfandad, hijos de prostitutas o el ocultar un parto fruto de una relación ilegítima. La mayoría eran abandonados a las puertas de las Iglesias, de la vivienda de familias acomodadas o en establecimientos benéficos como eran los Hospicios, las Inclusas, albergues de menores o las Casas Cunas. De ahí vienen los nombres por los que también se les conoce a los expósitos: hospiciano, inclusero o cunero y para colmo, los califican como niños naturales. (Como si no fueran estos seres humanos) Marcándolos de por vida con un sello candente en sus mentes, lo que para la mala suerte de estos regirán sus futuras actuaciones de aceptación o rechazo social.
Esto socialmente aceptado, predetermina derroteros inciertos en las actitudes de estos “hijos de la vida”. Ahora bien, que de nuestros hijos “legítimos” reconocidos por el sello familiar, que manifiestan de mil formas que se siente tan miserables, como estos niños abandonados. A caso, no entendemos que traerlos al mundo, merecen el respeto de existir, de ser amados por lo que son y podrán ser. Es increíble en el manejo terapéutico que nuestros adolescentes de hoy padecen una desesperanza por la vida que llevan, sin ocupar su espacio en su entorno, sin alguna muestra de acertada comunicación y menos de atención, sin ejemplos del apego vital que se merecen y requieren para construir un desarrollo sano y feliz.
Ser padres es una obra para todo el existir de la vida; la caricia, el beso, el abrazo, el acompañamiento. La ternura y la lealtad con ellos, como el respaldo en el marco de sus vidas es más importante que ofrecerle algo material sea, unas botas de marca o un celular de última tecnología. Tenemos que entender los que ya la vida nos ofrece a los adultos, una vida de esfuerzos, trabajo, de malos buenos y malos ratos. Para que arrastremos a nuestra familia a esa misma vida de sobresaltos.
Nunca habrá leyes, jueces, institutos, que obliguen a dar lo que estos niños en verdad requieren y por lo que sus almas claman que es amor, paz, dignidad, atención, abrigo y pare de contar. No hay delito moral y espiritual más mezquino que ofrecerles a los hijos el trato de la “mascota feliz” pretendiendo que con esto llenamos sus almas de la felicidad necesaria. No pierdas tu razón de ser, padre o madre, dedícate a conocer a tus hijos.
“Trabajemos juntos por unos hijos sanos y felices – Acude a tu Psicólogo familiar.
Dr. José Ernesto Pons B.
@joseponsb