La extradición del colombiano Alex Saab desde Cabo Verde hasta los Estados Unidos de Norteamérica, hubiese pasado desapercibido, puesto que todos los días podrían ocurrir casos similares en el mundo. Son situaciones comunes que sólo causan ruido en los dos países involucrados por el proceso respectivo. Pero el rollo de este granadino encontró audiencia en Venezuela. Específicamente el eco se hizo acústico en el palacio de Miraflores, sede del Despacho presidencial venezolano.
El mencionado Alex Saab, tal como ya está dicho, es de reconocida nacionalidad colombiana. Se sabe que fue un proveedor de confianza del fallecido Hugo Chávez; aquél le vendía a Venezuela cuanto le pidiera el entonces mandatario nacional. Para ese momento Nicolás Maduro se desempeñaba como Canciller de la República. Parece que con el ejercicio de este cargo, este funcionario y el hoy extraditado estrecharon fuertes lazos de amistad. ¡Son las piedras que arrastra el río desde aquellos días!
Nadie debería dar como irregular que un servidor público de la categoría citada cultive amistades a su gusto. Es impensable que alguien le escoja los amigos a otro, y que éste acepte semejante injerencia. Lo que sí luce fuera de lugar es que una persona, con investidura gubernamental o sin ella, es que se meta hasta el cuello en defensa de un amigo acusado de graves delitos, sin esperar que el indiciado aclare su situación. Es lo que algunos denominan solidaridad automática.
Pues bien, es eso lo que ha hecho Nicolás Maduro, tan pronto como se cumplió el esperado acto de extradición de Alex Saab Morán. Claro que llama mucho la atención que el mismo colombiano que mantuvo relaciones comerciales con Chávez, las haya continuado con la persona escogida por el militar barinés para que lo sustituyera, cuando ya estaba moribundo, momento en que le entregó también el llamado “plan de la patria”, para que terminara de destruir a Venezuela. ¿Sería que Saab formaba parte del plan?
De todas maneras tampoco puede extrañar demasiado el escándalo; quizás en otro tiempo pudo ser preocupante. En determinadas situaciones, en que la solidaridad se pone de manifiesto, es lógico que un amigo apoye al amigo, compadre a su compadre, colega al colega, chileno a chileno; colombiano a colombiano; español a español.
Del mismo modo, quienes tienen similares cualidades se defienden entre sí. La conducta es parecida en el mundo del delito: los ladrones se unen para protegerse mutuamente; los asesinos se encubren unos con otros y los narcotraficantes se asocian para fortalecerse recíprocamente. También, para graficar los comportamientos afines, el ciudadano de a pie dispone de un portafolio repleto de dichos y refranes. Sirvan estos tres para ilustrar tan bochornoso episodio: “Dime con quién andas y te diré a qué te dedicas”. “La costura de su traje es absolutamente visible”. “Los burros de un mismo pelo, cuando se encuentran, rebuznan al unísono”.
Antonio Urdaneta Aguirre
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