Cada día con más frecuencia, los venezolanos, en general, debemos hacer frente a actitudes y comportamientos llamados genéricamente negativos. Se habla de estar a gusto, consigo mismo y los demás, de asertividad y de autoestima. La necesidad de potenciar la creatividad, patrimonio casi exclusivo hasta hace muy poco de artistas y publicitarios, que se hace extensiva a todas las actividades de los venezolanos. Ante la inseguridad que proporcionan los cambios en Venezuela, la vertiginosidad de la sociedad de la información, la exigencia de estar al día y el desasosiego que surge de la incapacidad de dar y tener todas las respuestas, en infinidad de ocasiones nos cerramos en el círculo del no hacer nada, de pensar que nada es posible, de culpar a la sociedad, a los medios tecnológicos, a los jóvenes, a las multinacionales o a la globalización del planeta, de todos los males que nos aquejan. La especie humana, y por lo tanto cada uno de sus individuos, tiene la responsabilidad de su propio futuro. La salida del círculo necesita un esfuerzo creativo y diversificado por parte de la sociedad y de los individuos.
La creatividad es una facultad cognoscitiva de todo ser humano. Desvalorizamos su alcance integral cuando aplicamos exclusivamente su actuación al mundo de la empresa, al de la publicidad, a la búsqueda de nuevos mercados o a la competitividad económica y mercantil. Uno de los mecanismos de defensa más comunes, para salvar el desconocimiento y nuestra falta de implicación hacia el desarrollo de la facultad creativa es el de adjudicar la experiencia creativa solamente a los artesanos de las llamadas «bellas artes», la poesía o la pintura (Martínez-Salanova, 2001), mientras el resto de los técnicos y profesionales evitan otorgarse la responsabilidad personal correspondiente, ya que crear exige dedicación y esfuerzo. La creatividad no es patrimonio de los «artistas» sino que imbuye a todas las personas y a todos los elementos cognoscitivos de los individuos. No olvidemos que Einstein (físico), Poincaré (matemático), o Newton (uno de los científicos más completos que se conocen) y otros muchos técnicos, inventores e investigadores son, hoy día, paradigmas y prototipos de personas creativas porque, gracias a sus «intuiciones» y sobre todo a su esfuerzo, hicieron posible el avance científico.
La rutina diaria de la Sociedad venezolana, actualmente se ha vuelto cada vez más compleja en todas sus dimensiones. Esta realidad ha hecho más difícil los procesos para poder abordar este complejo drama, para conocerla en profundidad en el campo político, sin alternativa posible, para lograr el progreso de los venezolanos. En los actuales momentos, el País, en un callejón sin salida.
El País, necesita el renacimiento de una nueva propuesta, que sirva de base para el avance económico, institucional, estructural como económico. Que sea producto de la reflexión de estas realidades, que no sea inhibidor de lo que podría ser un verdadero progreso, tanto particular como integrado, de las diferentes áreas del saber y de los acontecimientos sociales y políticos. El problema principal que enfrentamos actualmente los venezolanos, gira en torno al concepto de la incapacidad, como del desconocimiento de las ciencias y su producto como son, el conocimiento de la verdad y de las leyes de la naturaleza. Por ello, el objetivo fundamental será clarificar e ilustrar que el problema reside en las acciones adoptadas, que han mutilado la legitimidad y derecho a existir de una gran riqueza, como son el uso de la libertad y de la creatividad. La fundamentación y posible salida exitosa de este problema nos la señala el mismo Aristóteles en su obra máxima, la Metafísica, donde nos advierte que “el ser no se da nunca a nadie en su totalidad, sino sólo según ciertos aspectos y categorías” (Metaf., libro iv). En efecto, toda realidad, y más las realidades humanas, son poliédricas (tienen muchas caras) y sólo captamos, en un momento dado, algunas de ellas. El inculto tiene una captación muy pobre; la persona culta una mucho más diversificada.
Todo lo anterior nos lleva a pensar, que los políticos venezolanos, han ido perdiendo, a consecuencia de aplicar para todo y en todo, una actitud pragmática y hostil que lo proyecta como un político, pero deshumanizado.
Los venezolanos, vivimos en un constante estado superficial, prestando atención a caprichos que son efímeros, que no duran nada, para luego tener otro que nos va a llevar a un estado de infelicidad constante (Schopenhauer). Dejamos de ver muchas veces a quien está a lado, tal vez, porque siempre vamos contra el tiempo.
Hemos perdido nuestra capacidad de asombro porque hemos olvidado lo que realmente importa, lo trascendente, lo que da sentido a nuestro existir y no a nuestro vivir. Tal vez la tecnología ha incrementado esa incapacidad de asombro en cada uno de nosotros, ya que pensamos que se ha inventado todo y que no podemos esperar nada más. Ya no sorprenden las desgracias que son anunciadas por los medios de comunicación, no prestamos atención a ellas o tal vez, no las dimensionamos de acuerdo a la importancia que tienen. Simplemente dejamos de sentir que algo nos conmueve, porque vivimos dentro de una frialdad increíble. ¿Qué hacer para recuperar esa capacidad de asombro? ¿Tal vez hacernos nuevas preguntas? o quizá ¿buscar nuevas respuestas a las mismas interrogantes?
La creatividad, es la pieza clave para resolver los problemas que se les plantean a los venezolanos. Los nuevos caminos de la evolución social deben ser resultado de la solidaridad y la interrelación. La creatividad, necesaria para buscar soluciones se hace más eficaz cuanto más solidaria, conectada y global sea, con el fin de preparar a las generaciones venideras en el uso crítico de los medios como instrumento y camino de interrelación humana, búsqueda de información e instrumento de investigación y de aprendizaje. La gran cantidad de ideas, contactos, informaciones conocimientos, serán la base de referencia para aplicarse «Sabemos que existe una generación silenciosa, más interesada en la seguridad que en la integridad, en la conformidad que en la actividad, en la imitación que en la creación» Thomas J. Watson.
Johnny Ramón Galué Martínez
@COOTUR