Volver a Maracaibo, por la vía de los recuerdos, no solo es sublime y obligante, también hondo y excelso por su pase por nuestra conciencia y nuestra pasada juventud. Empezamos por narrar esta estupenda aventura. En los tiempos de los clubes sociales y recreativos en Maracaibo, como el Alianza, el Comercio y el Bellavista, por alguna razón que nunca supimos, el industrial Luis Prado, exitoso en todo lo que iniciaba, había entregado al Banco Comercial de Maracaibo las instalaciones de la bella construcción del Casa Blanca, ubicado en la Avenida El Milagro, pintada con un imponente color blanco.
Angel Barroeta, Jesus Angel Bozo y Victor Urrizquieta, directivos del sindicato que operaba en el Banco Comercial, le solicitaron a la dirección del instituto que se concedieran estas instalaciones para fundar allí el Comercial Social Club. La propuesta fue acogida con la misma actitud, voluntad y aprobación de tipo social que la dirección del Banco había manejado con el sindicato y todo el personal. La idea caló y fue un éxito, tanto, que competía las actividades con el Club Alianza y los otros clubes. Nosotros presidimos y organizamos por años esta actividad que resultó interesante ante la sociedad marabina ya que cubría un espacio dirigido a la clase media trabajadora, huérfana de este tipo de actividad en Maracaibo. Para hacer crecer el club, inventamos las transmisiones radiales desde la sede del club dentro de las actividades programadas. Esos ingresos proporcionaban fondos especiales que se usaban para elevar la calidad de los programas y servicios. Billo’s Caracas Boys, Los Melódicos, Chico O’farrill, Supercombo Los Tropicales, Joselo, Simón Díaz, Lila Morillo y Alfredo Sadel en sus mejores momentos pasaron por los escenarios del club. Ese era el perfil de las presentaciones que se persiguía. Esta modalidad la aplicamos años después en Cumana y Puerto La Cruz en eventos parecidos con iguales éxitos y propósitos.
Esta dedicación social y trabajos fueron reconocidos por la sociedad y a alguien se le ocurrió pensar que nosotros podíamos aspirar a presidir la Alcaldía de Sotillo en Puerto La Cruz, y en el año 1989 competimos por ese cargo como independientes, apoyados por el Grupo Electoral Rescate que fundamos para esa ocasión, y, con poco más de 10,000 votos, asustamos a la candidata ganadora que resultó ser Idalba de Almeida.
Los modos de llevar la vida y la familia nos ayudó a conseguir cariño y cercanía con la gente. La prudencia y la sanidad de la vida, los recuerdos y la aplicación de los principios del Profesor Carreno nos hizo meditar siempre sobre la conducta de hijos y familia. El Insigne maestro del Instituto Pestaloziano de la calle Ciencias de Maracaibo, Don Hermagoras Chavez, nos prendió la mecha de la preparación gramatical y la prosodia. Eso nos alimentó toda la vida y nos abrió espacios en la empresa del Diario Provincia y Siglo XXI de Cumana. El Diario El Tiempo de Puerto La Cruz y ahora Diario Contraste de Maracaibo permitiendo que nuestra entrega semanal Reflexiones tenga, en este momento, 50 años publicándose. Por cierto, el Diario El Tiempo nos publicó, en varias entregas, un cuento que titulamos “Luis Gabriel el aprendiz” y también, en esa misma época, y con ocasión de la celebración de nuestro primeros cincuenta años, un grupo de amigos se reunieron y compilaron lo que consideraron las mejores Reflexiones escritas hasta ese momento, dando como resultado un libro que titularon “Reflexiones después de los 50”.
En el Campo y Club de Guaraguao de Puerto La Cruz vivimos por 7 años. Eso nos permitió conocer a especiales profesionales y gente valiosa cultural y socialmente y de dedicación petrolera. No podemos olvidar a los amigos el dilecto Manuel Pacheco y Maria; al formidable Oswaldo Sanchez y Doraida; Francisco Nunez Bravo, Lorenzo Monti y Hector Rivero, Dorita, Gonzalo, Carlos, Federico y Gladys Mayorca; al pintor y caricaturista Nilo Jimenez quien nos hizo una semblanza artística genial plasmada en la portada del libro Reflexiones.
Sortarios, por la gracia de Dios, Carmen Cecilia, mi bella y grande mujer, ingeniosa y amorosa con sus hijos, fue muy cuidadosa en la vida y salud de ellos. Esa atención nos ha permitido andar sin contratiempos durante setenta años de matrimonio sin parar a todo sacrificio y hoy nos lleva rumbo a los cien años con ella al lado y sus 95 años a cuestas.
El matrimonio nos dio 5 hijos, 14 nietos y, hasta ahora, 13 bisnietos. Doña Carmen les dedico “La fiesta de los nietos” que les organizaba los días 21 de diciembre de cada año, Ese día ella les entregaba un regalo a cada uno, y les llevaba un carro de perros calientes, otro con gaseosas, un tercero con cepillados y un cuarto con helados. Más Carmen Cecilia tuvo que suspender esta fiesta porque los nietos, al crecer, en vez de cepillados y helados querían whiskey. Esperamos que los bisnietos repongan esta fiesta.
Hemos leído que muchos tratadistas han concluido que el hombre para sentirse realizado en la vida debería cumplir tres hechos invariablemente: sembrar un árbol, tener un hijo y escribir un libro. Creemos haber hecho, de lo pedido, algo. Pero la perfección nunca se consigue. En la perfección jamás se debe decir no, y a nosotros nos tocó negar el sí muchas veces. Tiene razón Bolívar, así no nos guste, cuando sentencia “al hombre hay que pedirle mucho para que de poco”.
Luis Acosta