El presidente de Burkina Faso, Roch Marc Christian Kaboré, fue detenido en la noche del domingo 23 de enero por soldados amotinados en un campamento militar de Uagadugú, la capital, confirmaron fuentes de seguridad y un diplomático de África Occidental. Su detención se produce en medio del descontento de miembros del Ejército y protestas de la sociedad civil que acusan al Gobierno de inacción frente a la violencia de los yihadistas.
Burkina Faso afronta temores de un golpe de Estado, tras el creciente descontento del Ejército por el avance de la violencia yihadista.
El presidente Roch Kaboré fue detenido por un grupo de militares amotinados luego de que fracasaran las negociaciones entre representantes del Gobierno y de la institución castrense, que exigen mayores recursos para hacer frente a la amenaza de los yihadistas.
Fuentes de seguridad y diplomáticas señalaron que el mandatario fue detenido luego de intensos disparos alrededor de su residencia en la capital, Uagadugú.
«Lo detuvieron en su domicilio y lo llevaron a un cuartel» en la capital burkinesa, afirmó un alto mando del Ejército que habló en condición de anonimato.
Varios vehículos blindados de la flota presidencial acribillados con armas se podían observar cerca de la residencia del jefe de Estado. Uno de ellos con rastros de sangre, según los relatos de residentes de la zona donde se encuentra la vivienda del mandatario, quienes agregaron que escucharon disparos durante la noche del domingo y la madrugada de este lunes 24 de enero.
El paradero exacto o la situación de Kaboré se mantuvo desconocido durante varias horas, con informes contradictorios que circulaban entre fuentes diplomáticas y de seguridad, que elevaron las sospechas de un golpe de Estado.
Sin embargo, las autoridades no han confirmado oficialmente una toma del poder a la fuerza. Incluso, varios ministros aseguraron que todas las instituciones estatales se encuentran bajo control y que los responsables de los disparos fueron solo un grupo de sublevados de la institución castrense.
“Son unos cuantos. No hay demasiados”, aseguró el ministro de Defensa, Aime Barthelemy Simpore.
Un militar amotinado afirmó a AP que unos 100 soldados han planeado tomar el poder desde el pasado agosto y que quienes participaron de la insurrección usaron aplicaciones de mensajería como Signal, WhatsApp y Telegram para planificar sus acciones.
¿Por qué se sublevaron algunos miembros del Ejército en Burkina Faso?
Kaboré ha enfrentado oleadas de protestas en los últimos meses a medida que aumenta la frustración por el frecuente asesinato de ciudadanos y soldados por parte de extremistas con vínculos con el Estado Islámico y Al-Qaeda.
El Ejército ha sufrido decenas de pérdidas humanas desde que comenzó la violencia extremista en 2016. En diciembre, más de 50 miembros de las fuerzas de seguridad perdieron la vida en la región del Sahel y nueve miembros de las fuerzas armadas fueron asesinados en la región del Centro Norte, el pasado noviembre.
Los militares acusan al Gobierno de Kaboré de inacción. Entre sus demandas está el aumento de hombres en la lucha contra los extremistas y una mejor atención a los heridos y las familias de los militares fallecidos.
“El Ejército de Burkina Faso está profundamente mal equipado y no está preparado para la guerra que se le pide que pelee. Está fuera de su profundidad. Su frustración con un Gobierno igualmente fuera de su alcance es comprensible. Lamentablemente, es poco probable que esta (rebelión) mejore algo”, aseveró Michael Shurkin, exanalista político de la CIA y director de programas globales de 14 North Strategies, una consultora de inteligencia empresarial con sede en Dakar, Senegal.
Además, producto del terror de los movimientos fundamentalistas en los últimos años, miles de civiles han muerto y alrededor de 1,5 millones de personas han sido desplazadas.
Y con las protestas del fin de semana, la población de Burkina Faso ya estaría mostrando algunos signos de apoyo a un posible golpe de Estado.
“La gente está cansada de esta situación de inseguridad. Todos los días muere gente. En Burkina hay zonas a las que no se puede acceder. Hemos perdido gran parte de nuestro territorio”, sostuvo Jean-Baptiste Ilboudou, un residente de la capital.
En medio de este panorama, el domingo 23 de enero detonaron fuertes protestas y se produjeron disparos desde varios cuarteles de la capital y otras ciudades. Situación que la prensa local describió como “actos de descontento por parte de los soldados”. Los manifestantes también prendieron fuego a la sede del partido político del oficialismo.
Fue entonces que se produjeron fallidas negociaciones entre las dos partes. Los uniformados exigen la salida de altos mandos de la jerarquía militar y de inteligencia, así como «medios más adecuados» para luchar contra los yihadistas.
Asimismo, piden el aumento de hombres en la lucha contra los insurgentes y una mejor atención a los miembros de las fuerzas de seguridad heridos y a las familias de los fallecidos en los combates.
Al igual que las naciones vecinas Malí y Níger, Burkina Faso se encuentra atrapada en una espiral de violencia atribuida a grupos armados yihadistas.
La región también ha visto una serie de golpes militares durante los últimos 18 meses, en Mali y Guinea, donde los militares continúan en el poder.
Con Reuters, AP y EFE