Un nuevo convoy de la ONU debe llegar este viernes a Mariúpol para evacuar a los civiles refugiados en la acería de Azovstal, el último foco de resistencia en este puerto del Donbás, en el sureste de Ucrania.
La misión coincide con el anuncio de Rusia de una tregua de tres días a partir del jueves para permitir la salida de los civiles atrapados en ese complejo industrial, aunque las tropas ucranianas denuncian que se está incumpliendo.
«La operación está empezando. Rezamos por su éxito», dijo por teléfono a la AFP Iryna Vereshchuk, vice primera ministra de Ucrania.
El presidente ruso, Vladimir Putin, dijo el jueves que «sigue dispuesto» a garantizar una evacuación «segura» de los civiles, pero instó a Kiev a ordenar a los milicianos que siguen en la planta que «depongan las armas».
En total, casi 500 civiles ya fueron evacuados de Mariúpol estos últimos días, informaron el viernes las autoridades ucranianas.
Ofensiva frenada
Después de más de dos meses de asedio, las tropas rusas controlan casi todo Mariúpol, una ciudad a orillas del mar de Azov de casi 500.000 habitantes antes de la guerra en el sur del Donbás.
Además, a nivel estratégico, esta urbe permitiría consolidar la conexión entre los territorios ocupados en el Donbás oriental con la anexionada península de Crimea en el sur.
«Estados Unidos, Reino Unido, la OTAN en su conjunto comparten permanentemente informaciones con las fuerzas armadas ucranianas. Combinado con las entregas de armas (…) estas acciones no permiten concluir rápidamente la operación», dijo a la prensa.
Peskov hizo estas declaraciones después de que el periódico The New York Times publicara que la información ofrecida por Washington a Kiev ha permitido abatir a varios generales rusos, una información desmentida el jueves por el Pentágono.
Estas acciones, precisó Peskov, «no tienen capacidad para impedir» los objetivos de Rusia en esta guerra que, tras 10 semanas, ha causado miles de muertos y ha provocado el exilio de más de cinco millones de personas.
Recaudación de fondos
En el frente diplomático, los países occidentales siguen incrementando su presión sobre Rusia, sujeta a una serie de sanciones sin precedentes.
Además, el primer ministro polaco Mateusz Morawiecki anunció la recaudación de más de 6.000 millones de euros (6.300 millones de dólares) para dicho país en una conferencia de donantes organizada en Varsovia.
Además de la ayuda financiera y militar, los aliados de Ucrania también han tomado sanciones sin precedentes contra Rusia.
En lo que sería su medida más dura hasta ahora, la Comisión Europea propuso que los 27 países miembros de la UE prohíban gradualmente las importaciones de petróleo ruso.
Hungría es totalmente dependiente del petróleo ruso y un embargo equivaldría a «una bomba nuclear sobre su economía», dijo Orban este viernes.