Como se anunció este jueves 1 de septiembre, y se ratificó el viernes 2, contra viento y marea, desde el sábado el aumento se aplicará, el cual equivaldría a 35%, por lo que, en San Cristóbal, pasaría el pasaje de mil quinientos pesos a dos mil pesos, o en monto en bolívares, de tres a cinco bolívares.
Aunque los usuarios admiten que el alza de los pasajes del transporte público urbano y suburbano vendría a ser consecuencia lógica de un costo de vida que no da visos de detenerse, las personas encuestadas por Diario La Nación en la calle opinaron que el mismo ocurre en momentos en que el salario mínimo está en un punto muy bajo, con poca capacidad para sufragar gastos de movilización.
Por su parte, los transportistas accedieron a dar su opinión y para ellos, los costos operativos, en los que ahora el combustible ejercer un peso importante, no podían contener más el valor del pasaje, e incluso para, algunos ha sido un aumento moderado y anunciado con suficiente antelación.
Como se anunció este jueves 1 de septiembre, y se ratificó el viernes 2, contra viento y marea, desde el sábado el aumento se aplicará, el cual equivaldría a 35 %, por lo que, en San Cristóbal, pasaría el pasaje de mil quinientos pesos a dos mil pesos, o en monto en bolívares, de tres a cinco bolívares.
Los pasajeros de líneas suburbanas temen que en su caso el porcentaje sería hasta de 50 por ciento.
José Domínguez, conductor de una línea suburbana, además de los altos costos de repuestos facturados en dólares, el sector por él representado, debe sobrellevar una baja de pasajeros, factores que el espera que en parte el aumento pueda compensar.
—Los costos están súper elevados en dólares: aumentaron los aceites, los filtros. Esperamos que con este incremento se compense en algo nuestro ingreso pues la afluencia de pasajeros es poca. Yo ahora salí con cuatro pasajeros, y regresé con tres, y así cómo hago yo para reunir para lo que consume la unidad. Solo en horas picos aumenta en algo el flujo de pasajeros.
Admite Domínguez, que lo que se recibe en bolívares sigue siendo muy poco, y hay días en que no se recibe nada en moneda nacional. Se prepara este sábado para la reacción de los pasajeros, aunque la orden ha sido que no hay razones para buscar confrontación.
—El que tenga los mil quinientos se le recibe hasta que la gente se vaya acoplando, mientras se le irá recordando que el pasaje subió a dos mil; las cosas se tienen que dar paulatinamente. Como transportistas prácticamente no contamos con ningún subsidio, ni con ayuda de ningún ente prácticamente, la gente sabe que todo está caro y comprenderán—agregó Domínguez.
Juan Pérez, residente de la comunidad de la Unidad Vecinal, pertenece a la parte de usuarios que no está dispuesta a aceptar el alza del pasaje. Denunció que ha tenido problema para cancelar en bolívares y que al intentar hacerlo no se le ha respondido con educación.
—No estamos de acuerdo con el aumento del pasaje porque la ruta es demasiado corta. Además que están recibiendo subsidios del Estado, les dan combustible más económico y les vendieron caucho a precio más económico y baterías. Todos quieren trabajar ahora porque están recibiendo ganancia en pesos, y no quieren recibir bolívares. Siendo yo adulto mayor, me maltrataron cuando les dije que solo contaba con mil bolívares ¿Y qué pasó con el pasaje de la tercera edad?, ¿Qué pasó con el medio pasaje estudiantil?, por el cual hasta hubo muertos. Yo quiero que la alcaldía tome cartas en el asunto porque para eso lo elegimos, para que esto funcione, no para que se quede así—denunció Pérez.
Luzbelia Acevedo, quien atiende un quiosco y debe cubrir los días laborales la ruta desde San Cristóbal hasta San Josecito, entiende que la carestía de repuestos automotores, entre otros factores, es un parámetro importante al considerar los costos del pasaje; pero también el “bolsillo del pobre” no puede ser pasado por debajo de la mesa.
—Una persona que gane 10 mil pesos diarios y se esté gastando 6. ¿Cuánto le queda? Muchas personas como yo viven en San Josecito y tienen que trabajar en San Cristóbal y hay que pagar tanto pasaje urbano como suburbano—anotó Acevedo.
Denny Cárdenas considera inevitable el aumento pero inoportuno, pues no está acorde a la situación actual.
—Cuando uno reciba más ingresos uno justifica el aumento, pero ahora no es oportuno. De repente para diciembre. Alguien con poco sueldo y con este pasaje no le da la base para continuar en sus trabajos. La gente va ahora a salir menos de sus casas a cumplir sus labores cotidianas—Cárdenas.
En opinión de Claudia López, con todo y que en Colombia se ha emparejado al Táchira en cuanto a los costos operativos del transporte público, pareciera que acá el servicio pasaría a ser más caro
—A mí me parece muy costoso el pasaje está fuera de la realidad. No está contextualizado, como si pasa en Colombia. En Cúcuta una ruta larga, que va mucho más allá de Táriba cuesta 2 mil 800 pesos, y acá se quiere cobrar por una ruta corta dos mil pesos. La gasolina es cara allá, igual que aquí; los repuestos son caros igual que aquí, y pareciera que el pasaje es más caro acá—afirmó López.
Ramón Vivas es un pensionado, y para él por necesidad resulta impensable encerrarse en su casa, y de alguna manera tendrá que conseguirse lo del pasaje.
—A uno le queda pesado pero hay que pagarlo, que más le queda a uno. Uno a veces tiene que recortarse de la comida, uno no puede dejar de salir a la calle, pues algún negocio se concreta—aseveró Vivas.
José Luis Chacón, por su parte, se opone a que se dé un aumento si previamente no hay una disposición presidencial o municipal que lo autorice.
Para muchos padres de familia, el regreso a clase de sus hijos traerá un presupuesto más abultado, en razón al incremento en este servicio, al no contar con vehículo particular.
—A las personas que agarran busetas todos los días y devenguen un suelo mínimo se les hace difícil. Yo soy estudiante y uno requiere movilizarse siempre, y a veces no cuentas con lo suficiente. Yo creo que me estoy gastando mensualmente 50 mil pesos—opinó una joven estudiante, quien todavía depende de sus padres para sus viajes.
Fuente: La Nación