Migrantes zulianos viven las navidades a través de una pantalla

Para los marabinos que migraron en busca de una mejor calidad de vida, las fiestas navideñas traen a su memoria la nostalgia de su familia y de su ciudad natal.

Convierten las celebraciones decembrinas en una amarga realidad porque muchos deben trabajar hasta altas horas y pasar solos la Nochebuena y el Año Nuevo.

Alan Júnior Fuenmayor, quien hace cuatro años dejó a su familia y su casa en la urbanización Los Mangos, en la parroquia Idelfonso Vásquez, para buscar una mejor vida en Chile, relató al Diario La Verdad la emotiva verdad de vivir lejos de tus seres queridos en estas festividades.

“Aquí me va bien y todo, pero cada diciembre es lo mismo, me toca trabajar hasta tarde y cuando llego a la casa llamo a mamá para ver cómo está y poder desearle Feliz Navidad”, confesó Fuenmayor.

Agregó que este año estará más solo, pues su hermano regresó a Venezuela para pasar diciembre con su madre y no estará con él como los últimos años.

“Gracias a Dios a mi hermano le salieron los papeles y ya puede entrar y salir de Chile con normalidad, a mi aún no me los certifican y por eso no me fui, porque es un riesgo si luego no puedo pasar por todo el tema de los migrantes”, aclaró el marabino residenciado en Valparaíso.

Al preguntarle si mantenía la costumbre de comprar o preparar las comidas navideñas venezolanas, el agente de seguridad dijo que compra algunas hallacas en el negocio de unos compatriotas a media hora de su hogar, para comerlas frente a la pantalla de su teléfono mientras hace videollamada con su familia en Maracaibo para sentir que cenan juntos como en otrora.

«Nunca falta la cena de mi Venezuela»

Otro caso es el de Andreína Áñez y Eduardo Cuadrado, una pareja que partió hacia tierras argentinas en 2017, aprovechando que un amigo había llegado meses antes y ya se había establecido, ofreciéndoles estadía hasta que pudieran conseguir trabajo.

“Nosotros nunca dejamos de hacer nuestro plato navideño, algunas cosas las compramos, otras las preparamos nosotros, pero nunca falta la cena navideña tradicional de mi Venezuela, sobre todo las hallacas y el ponche de crema”, aseguró Áñez.

Argumentó así que antes de cenar llama a sus padres para saber de ellos y desearles Feliz Navidad.

“Papá y mamá están divorciados. Primero llamo a papá porque él ya está viejito y no quiero que se duerma antes. Luego hablo con mamá y mi hermanito mientras comemos en casa de nuestro amigo”, comentó la marabina residenciada en Quilmes.

«Sentir que estoy allá con todos»

Adalberto de Pool también migró a Argentina y tiene 4 años lejos de su familia residenciada en la urbanización San Miguel, parroquia Francisco Eugenio Bustamante.

El marabino sembró raíces en el exterior y actualmente tiene esposa y un hijo de 10 meses de edad, pero a pesar de conformar su propia familia, jamás olvida a la que dejó a cientos de kilómetros hace tantos años.

“Siempre hago videollamada con mi familia en Venezuela durante la cena para sentir que estoy allá con todos, con mis padres, con mi hermana, con mis abuelos, esperando el día que los pueda volver a ver y conozcan en persona al nuevo miembro de la familia de Pool”, mencionó el programador informático de 30 años.

“La cena navideña es compartida, porque nunca faltan las hallacas ni el pan de jamón, pero mi esposa es argentina y entonces hacemos los platos de ambos países y lo compartimos con nuestros amigos cuando vienen a pasar esta fecha con nosotros”, agregó.

El marabino espera que el próximo año sea mejor y por fin pueda volver a su tierra para visitar a sus seres queridos y presentarles a su nueva familia, a quien solo conocen a través de una pantalla.

«Sentir tantas ganas de llorar»

Andreína Rivera es otra zuliana que añora volver a su tierra y debe conformarse con desearle Feliz Navidad a su madre a través de su teléfono, pues partió hace más de 6 años a Panamá junto con su esposo e hijos.

“No hay una semana en que no llame a mami, sobre todo en diciembre que quisiera estar allá de nuevo para abrazarla y decirle cuánto la amo y ya no sentir tantas ganas de llorar cada vez que llega diciembre”, lamenta la profesora de lenguaje y literatura.

José Andrés y Andrea José, hijos de la zuliana, también aprovechan para hablar con su abuela y decirles cuánto la extrañan y lo mucho que desean volverla a ver.

“No veo a mi abuela desde que tengo 12 años, no pudo celebrar conmigo mis 15 años y tampoco mi graduación, espero que este año por fin pueda verla, pero esta será otra Navidad y Fin de Año sin ella”, lamentó la joven de 18 años.

 

 

 

 

 

Con información de La Verdad

Entérate al instante de más noticias con tu celular siguiéndonos en Twitter y Telegram
Suscribir vía Telegram

Lea también

Le puede interesar además

Loading...

Tu opinión vale...