Con la designación del nuevo Gobierno cubano, donde se mantienen sin cambios la mayoría de sus integrantes, el presidente del país, Miguel Díaz-Canel, envió un mensaje de continuidad para afrontar una crisis que atenaza al país desde su primera legislatura. Algunos analistas hablan de «inmovilismo» y temor a introducir cambios desestabilizantes -a pesar de que la situación precisa reformas-, mientras que otros consideran que el hincapié debe hacerse en las políticas y en los métodos, y no en las personas.
El primer signo de continuidad lo dio el Parlamento, cuando en su sesión constituyente reeligió para otros 5 años al presidente del país, Miguel Díaz-Canel, con el 97,66 % de los votos. Este presentó a continuación el nuevo Consejo de Ministros, con 35 integrantes y sólo 4 rostros nuevos. El primer ministro, Manuel Marrero, se mantenía; también sus seis vice primeros ministros. Repetían asimismo las figuras clave: Bruno Rodríguez en Exteriores, Alejandro Gil en Economía y Planificación, Lázaro Alberto Álvarez en Interior, Álvaro López Miera en las Fuerzas Armadas Revolucionarias y Juan Carlos García Granda en Turismo.
¿CAMBIO DE POLÍTICOS O DE POLÍTICAS?
«Más que continuidad se trata de inmovilismo», asegura a EFE el economista cubano Mauricio de Miranda, profesor en la Universidad Javeriana de Bogotá, a quien «llama la atención» que, a pesar de la «grave crisis» y «los errores de política económica», apenas haya cambios.
Algo más allá va el jurista cubano Julio Antonio Fernández Estrada, ex profesor de Derecho en la Universidad de La Habana y en el exilio desde 2022, quien lamenta que las autoridades no hagan «ni el ejercicio de aparentar una reforma».
En un directo de los medios no oficiales El Toque y Periodismo de Barrio aseguró que en la conformación del nuevo Ejecutivo primaron «el instinto de dejar las cosas siempre iguales» y el cálculo de no dar «la impresión de cambio». En esa misma emisión, el jurista Eloy Viera Cañive argumentó que en los círculos de poder cubanos hay un «profundo miedo a que aparezca un Gorbachov».
Desde el Gobierno se ha subrayado que los cambios van a tener lugar en las políticas y los métodos. Se ha hablado de visitar más a menudo las circunscripciones, estar más cerca de la población y dar un mayor protagonismo al municipio. El director de la revista cubana Temas, Rafael Hernández, apuntó a EFE que es necesario tener en cuenta que Díaz-Canel cambió a miembros del Gobierno a lo largo de su primera legislatura hasta renovarlo casi por completo con respecto al de su predecesor, Raúl Castro. No obstante, para él lo más importante «no son las caras, sino las políticas, los lineamientos». «Ofrecer cabezas» por problemas en uno u otro ámbito le parece «una forma de manipulación de la opinión pública».
Subrayó que muchas decisiones en el Consejo de Ministros no son individuales, sino transversales, y que lo fundamental es diseñar políticas «eficaces» y luego «aplicarlas», algo que considera que en algunos ámbitos no está pasando actualmente. El profesor universitario cubano Arturo López-Levy, especializado en Política y Relaciones Internacionales, afirmó a EFE que es «demasiado pronto» para evaluar al Gobierno, aunque consideró que la continuidad hace «más difícil» el cambio político. «Ya sea porque las políticas planteadas o su implementación no han dado los mejores resultados, se justificaría una remoción importante», indicó.
López-Levy destacó que sería interesante establecer «límites» de mandatos y edad (hay altos funcionarios con 90, 86, 79 y 77 años) y aludió al tema «serio» de la inclusión de la mujer en puestos de poder (tan sólo son 6 en 35 cargos).
RELEVOS EN ECONOMÍA
Los cambios más relevantes se produjeron en el equipo económico, el área más cuestionada por la profunda crisis que sufren los cubanos, con un fuerte desabastecimiento, frecuentes apagones y una inflación desatada. Salieron del Ejecutivo la ministra de Finanzas y Precios, Meisi Bolaños, y el titular de Comercio Exterior e Inversión Extranjera, Rodrigo Malmierca. A la primera la sustituía Vladimir Regueiro Ale, mientras que las funciones del segundo las asumía el vice primer ministro Ricardo Cabrisas.
López-Levy consideró una «buena señal» estas salidas, como una asunción de «responsabilidad». No obstante, el principal gestor del área, el ministro de Economía y Planificación, Alejandro Gil, permanece en su puesto. «Si de eficacia en el cumplimiento de sus responsabilidades se tratara, resulta incomprensible que se ratifique al ministro de Economía y Planificación», señaló De Miranda.
Lamentó que Gil no haya hecho autocrítica por la Tarea Ordenamiento, «que estuvo mal concebida y mal diseñada», además de «adoptada en el peor momento posible y mal aplicada». Esta reforma ha fracasado en su principal objetivo (acabar con la dualidad monetaria, peso-dólar) y ha atizado los precios junto a otros factores internos y externos.
De Miranda, percibe motivos para los relevos en Comercio Exterior y Finanzas, pero cree que el desempeño de otros ámbitos no ha sido mejor, todos con «evidentes signos de ineficiencia y estancamiento». Según el jurista y analista cubano Luis Carlos Battista, Díaz-Canel ha reconocido los numerosos desafíos del país, pero el nuevo gabinete no genera un «mensaje de esperanza palpable».
A su juicio, explicó a EFE, el «sistema político y económico cubano necesita cambios radicales». «No se vislumbra ningún cambio significativo en el contexto internacional o doméstico, y la sensación generalizada entre los cubanos es que el país se mueve por inercia, sin proyectos personales ni esperanza en el futuro», aseguró.
Con información de EFE