El pasado 7 de diciembre, el papa Francisco, quien se presentó con una herida en el mentón, elevó al rango de cardenales a 21 prelados de diversos continentes, destacando una notable representación latinoamericana. Esta ceremonia, el décimo consistorio desde su elección en 2013, resalta el interés del pontífice por incluir a las «periferias» en una Iglesia cada vez más globalizada.
Con esta nueva promoción, más del 78% de los 140 cardenales «electores», esto es, menores de 80 años y con derecho a voto en el cónclave, han sido nombrados por Francisco. La ceremonia tuvo lugar en la Basílica de San Pedro en Roma, coincidiendo con la reapertura de la catedral de Notre Dame en París, evento al cual el papa optó por no asistir.
El papa, con un vendaje que cubría un hematoma en su mentón, sufrió una caída en su habitación el viernes previo al consistorio, según informaron fuentes del Vaticano, aunque no se emitió un comunicado oficial al respecto. Durante la ceremonia, los nuevos cardenales se arrodillaron uno a uno para recibir de sus manos la birreta y el anillo, mientras Francisco les animaba con un «¡Adelante!».
En esta ocasión, el papa ha designado prelados de diócesis consideradas remotas, garantizando importante representación de América Latina y Asia, con dos nuevos cardenales de África. Los latinoamericanos designados son los arzobispos de Lima, Santiago del Estero, Guayaquil, Santiago de Chile y Porto Alegre.
En su homilía, el papa Francisco destacó la diversidad de los nuevos cardenales, instándolos a ser testigos de fraternidad y unidad en la Iglesia. Asimismo, advirtió sobre los peligros del prestigio y el poder, instando a los cardenales a mantenerse alejados de la «mundanidad espiritual».
La selección de cardenales recae exclusivamente en el papa, quien busca fortalecer una Iglesia más inclusiva y descentralizada. Mientras algunos cardenales pueden no compartir la visión de Francisco, la diversidad en el colegio cardenalicio podría influir en futuras elecciones papales, con miras a un liderazgo que inspire confianza.
La creación de nuevos cardenales es observada de cerca por expertos religiosos, quienes ven en ello un indicio de la posible dirección futura de la Iglesia Católica, que cuenta con alrededor de 1.400 millones de fieles en todo el mundo.
DCN/Agencias