Cada individuo tiene la responsabilidad de aprender a gestionar sus emociones, y esto también aplica para los niños. Este aprendizaje contribuye a llevar una vida más saludable, prevenir conflictos y mejorar las relaciones interpersonales, entre otros beneficios. Por ello, los padres, como principales guías en la crianza, deben asegurar que sus hijos aprendan a regular sus emociones desde una edad temprana, favoreciendo su salud física y mental.
Una parte esencial en este proceso es enseñar a los niños técnicas de respiración y relajación para momentos de tensión. Igualmente, es necesario ayudarles a identificar pensamientos y sentimientos negativos, así como guiarlos en el cambio hacia emociones más positivas. Es importante que el adulto actúe con paciencia y fomente actividades que permitan al niño calmarse y manejar sus emociones.
Profesionales en psicología destacan que los niños comienzan a aprender sobre la gestión emocional desde la infancia, influidos por sus cuidadores. Esto resalta la importancia de que los padres modulen su lenguaje y reacciones ante diversas situaciones. Cuando los niños desarrollan un vocabulario adecuado sobre emociones, mejoran su capacidad de expresar lo que sienten, evitando comportamientos como gritos, pataletas o mordiscos.
Por lo tanto, es crucial que los adultos sean ejemplos a seguir, puesto que los niños tienden a imitar conductas. Escuchar a los niños y ofrecer empatía puede ayudar a calmarlos, generando confianza hacia los padres o cuidadores.
Para prevenir que ante situaciones de ira o frustración los niños respondan con agresividad, se sugiere que el adulto:
Anticipe posibles situaciones problemáticas, manteniendo horarios y rutinas estables, especialmente en descanso y alimentación, lo que aporta a que el niño se sienta más seguro y menos irritable.
En momentos de crisis, el adulto debe mantener la calma para transmitir serenidad al niño, utilizando un lenguaje simple y claro mientras lo mira a los ojos, demostrando cariño a través de gestos suaves.
Es fundamental acompañar al niño en el proceso, validando sus emociones sin justificar conductas inadecuadas. Ayudarles a identificar y nombrar sus sentimientos es clave para que comprendan lo que sucede.
Es importante que los padres se enfoquen en reconocer y celebrar los comportamientos deseables en sus hijos, reforzando así actitudes positivas.
DCN/Agencias