Este 19 de abril se conmemora un año más de la trágica historia de Edwin «El Inca» Valero, un exboxeador que dejó una huella imborrable en el deporte nacional. Valero fue hallado sin vida en su celda en Carabobo, un hecho que dejó a muchos en shock.
El boxeador, conocido por su impresionante récord de 27 peleas invicto, tomó la drástica decisión de ahorcarse en su celda el 19 de abril de 2010, apenas dos días después de confesar el asesinato de su esposa, Jennifer Carolina, en un hotel de la misma región.
La vida de Valero estuvo marcada por el descontrol debido al alcohol y las drogas, a pesar de su éxito en el ring. “Ya no podré ver a mi hija”, fueron algunas de las inquietantes palabras que pronunció tras confesar el asesinato de su esposa, quien solo tenía 24 años.
Con su estilo agresivo y su pegada brutal, Valero fue campeón mundial en las categorías de peso superpluma por la Asociación Mundial de Boxeo (AMB) y peso ligero por el Consejo Mundial de Boxeo (CMB). Sus logros son impresionantes: logró 18 nocauts en el primer asalto y se retiró sin una sola derrota en el cuadrilátero. Sin embargo, su mayor derrota llegó de la mano de sus propios demonios.
### El Atroz Asesinato
La noche fatídica, el Inca estuvo en la habitación 624 del Hotel Intercontinental, donde consumió una cantidad alarmante de alcohol y drogas. Tras una noche de desenfreno, se despertó rodeado de sangre y encontró a su esposa sin vida, con tres puñaladas en su cuerpo.
Wilmer Flores Trosel, entonces director del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas, relató que Valero confesó el crimen en la recepción del hotel, admitiendo que había ultimado a su pareja. Ambos tenían dos hijos pequeños, una niña de 5 años y un niño de 7.
Su vida en la cárcel fue dura. Aunque inicialmente no se tenía la certeza de su culpabilidad, fue llevado a la Comandancia General de la Policía de Carabobo. En medio de su caos interno, el boxeador clamaba por ayuda: “Me siento solo”, expresó mientras asomaba los brazos por los barrotes de su celda.
El campeón había estado bajo tratamiento en un centro de rehabilitación, debido a un altercado previo con personal médico. Su historia es un recordatorio de que, a veces, la gloria en el deporte no salva del sufrimiento personal.
DCN/Agencias