En el proceso en primera instancia, en diciembre de 2011, los jueces escucharon a Carlos cuestionar el proceso durante cinco horas, antes de poder iniciar sus deliberaciones.
Ese largo soliloquio no le evitó la condeno a prisión perpetua, acompañada de 18 años de seguridad, la máxima prevista en la época.
La fiscalía pidió nuevamente el lunes esa pena, al cabo de un alegato de ocho horas contra Ilich Ramírez Sánchez, calificado de hombre extremadamente peligroso incluso a sus 63 años de edad.
Carlos, partidario de la lucha armada tras abrazar la causa palestina en los años 70, pasó luego a la guerra privada, la extorsión y la condición de mercenario, acusó la fiscalía.
Según los fiscales, la encarnación de esa guerra privada fueron los cuatro atentados cometidos en Francia en 1982 y 1983 con el objetivo declarado de obtener la liberación de su compañera alemana Magdalena Kopp y del suizo Bruno Breguet, detenidos en París en febrero de 1982 en posesión de armas y explosivos.
Carlos, que ante el tribunal reivindicó 1.500 muertos, 80 de ellos con sus propias manos, negó, en cambio, toda implicación en esos cuatro atentados, que causaron once muertos y cerca de 150 heridos en París, en dos trenes París-Toulouse y Marsella-París y en una estación ferroviaria de Marsella.
Una pena de 20 años de cárcel fue pedida para la alemana Christa Fröhlich, de 70 años, acusada de haber ayudado en los preparativos de un atentado. Fröhlich, ex militante de extrema izquierda, no asistió al proceso. En primera instancia fue sobreseída.
AFP