Catorce años después de haber dejado de ser parte de los Rockies de Colorado, y casi una década luego de terminar su ilustre carrera en las Grandes Ligas, Andrés Galarraga disfruta las ventajas de una vida tranquila en el retiro.
«El juego está en mi sangre», comentó el ex primera base en una sesión de preguntas y respuestas organizada por los Rockies como parte de su evento denominado «Roxivus» en el Coors Field.
El venezolano fue uno de varios peloteros de antaño invitados a las festividades, incluyendo al dominicano Pedro Julio Astacio, Jason Jennings y David Nied, entre otros. «Cuando veo cualquier partido en televisión, pienso en regresar en cualquier rol. Quiero mantener las puertas abiertas. Quizás cuando Omar Vizquel se convierta en manager en Venezuela, como lo tiene pensado hacer, me contagie y pueda unirme a él».
Galarraga, de 52 años de edad, es uno de los jugadores más queridos en la historia de los Rockies. El primer campeón de bateo de la franquicia fue invitado por segunda ocasión en esta temporada a esta ciudad, entre las actividades de celebración por los 20 años de la fundación del equipo.
«Fui muy afortunado al ganar el campeonato de bateo con los Rockies», recuerda Galarraga. «Mi nombre sonó mucho en ese entonces y me ayudó a estar en la mente de los aficionados. Sobrepasé marcas ofensivas para jugadores venezolanos en las Mayores. Soy sumamente afortunado y bendecido al haberme convertido en un representante importante de mis compatriotas».
El ex inicialista jugó durante 19 temporadas en las Mayores, de las cuales pasó cinco con los Rockies, entre 1993-97. Comenzó su devenir en la ciudad de las montañas de forma explosiva, terminando su primera campaña con promedio de bateo de .370, luego de haber pasado una zafra para el olvido en San Luis, equipo con el que sólo bateó para .243 con 39 empujadas en 1992.
«Don Baylor (quien se convirtiera en el primer manager de los Rockies) fue mi coach de bateo con los Cardenales, y trabajamos en mejorar mi bateo. El concibió la forma de pararme en el plato por la cual fui conocido. Nadie hacía algo así en ese entonces», prosigue Galarraga. «Me ayudó a mejorar mi visión y mi swing. Antes de conocer a Baylor, sólo podía ver la pelota con mi ojo izquierdo. Luego de los cambios, podía tener la visión hacia el pitcher con ambos ojos y mi swing terminó siendo más fluido. Las cosas caminaron desde entonces.
«Firmé con los Rockies para mantenerme trabajando con Baylor y mantener la labor que comenzamos en San Luis», indicó.
Cuando se le preguntó por su turno más memorable, «El Gato» no dudó en indicar lo ocurrido el 31 de mayo de 1997, en el Pro Player Stadium (nombre del estadio en ese entonces) de Miami.
«Fue un batazo tan largo. Debe estar entre los jonrones más largos de la historia del béisbol. Fue medido inicialmente en 579 pies, y dos innings después, lo recortaron y quedó en 529. Fíjate, ese prejuicio que hay con el Coors Field, que infla los números de los bateadores, me molesta mucho. Tanto los lanzadores como los toleteros tienen que esforzarse lo mejor que puedan, sin importar dónde jugamos. Fue bueno ver que eso pasó fuera de Denver; así probamos que podíamos dar el palo sin importar dónde jugáramos», afirmó Galarraga.
Luego del título de bateo del nativo de Caracas, se produjo una explosión de talento venezolano en las Grandes Ligas. Galarraga no se sorprende por ello.
«El béisbol venezolano ha crecido tanto. Ya no dependemos de los jugadores extranjeros en nuestra liga invernal tal como lo hacíamos hace 30 años. Hubo más de 120 venezolanos convocados al Spring Training y aproximadamente 80 compatriotas están activos en la temporada regular. Esto solo crecerá aún más».
Hay un venezolano que inevitablemente provoca las comparaciones con Galarraga, el pelotero de su país más representativo en su generación.
«Miguel Cabrera romperá todos mis récords», afirmó Galarraga. «Incluso, romperá las marcas de peloteros norteamericanos. Lo menciono a él, porque siempre lo comparan conmigo. Él escucha muchísimo. Me gustaría que muchos jóvenes que ni siquiera han llegado a ese nivel escucharan los consejos de sus coaches de la misma forma en que lo hace Miguel. Siempre le digo que debe hacer lo mejor posible tanto dentro como fuera del terreno, como un modelo a seguir, siempre con un comportamiento positivo».
Al resumir su carrera, Galarraga agradece a los aficionados por el apoyo tanto en sus momentos en el campo como durante su lucha contra el cáncer en la espalda, enfermedad que venció primero en 1999 y luego en el 2004.
«Soy paciente cuando me encuentro con los fanáticos», expresó. «Ellos pagaron mi salario. A veces me cuesta decir que recibo tanto amor y apoyo, porque soy humilde. Cuando estaba en mi tratamiento contra el cáncer, recibí cartas de personas de todo el mundo, de gente que ni siquiera eran aficionados al béisbol. Eso me aportó mucha fuerza para superar la enfermedad. Recibí una gran bendición porque tengo la oportunidad de ser un ejemplo positivo para los niños».
Rafael Rojas Cremonesi / mlb.com
Fotos: Agencias