Dorangel Vargas Gómez nació en la región de Caño Zancudo del estado de Mérida, Venezuela, el 14 de mayo de 1957, proveniente de una familia dedicada a la agricultura. Los escasos recursos económicos de su hogar lo obligaron a dejar los estudios cuando cursaba los últimos años de la escuela primaria.
En 1995 fue arrestado gracias a la denuncia de Antonio López Guerrero, un amigo de Cruz Baltazar Moreno, quien sirvió de almuerzo a Vargas, y de quien solo sobraron sus pies y manos. Tras ser detenido, Vargas fue internado en el Instituto de Rehabilitación Psiquiátrica de Peribeca. Después de 2 años de tratamiento fue liberado una vez que la evaluación psicológica confirmó que no era una amenaza.
Así el comegente huyó de su casa para visitar a la persona que lo denunció, Antonio López; después de comérselo se trasladó a la ciudad de San Cristóbal en el estado de Táchira, donde aparentemente llevó una vida normal como vagabundo.
Al parecer, el comegente construyó una rústica casa en un rancho abandonado, lugar donde se dedicó a sazonar a sus víctimas, aunque prefería dormir en un estrecho túnel bajo el puente Libertador.
Su siguiente víctima fue Manuel, su amigo y compañero de la cárcel, a quien cocinó como relleno de “deliciosas” empanadas, de acuerdo al testimonio de las personas que lo comieron sin saberlo.
Cuando los oficiales le preguntaron por qué lo mató, Dorangel respondió: “como era tan buena persona seguro tenía que estar bien sabroso”. A partir de noviembre de 1998 el “Hannibal Lecter de los Andes” comenzó a matar personas cada semana.
Cazar y comer
Dorangel proseguía a descuartizarlos bajo el puente Libertador, guardaba las partes que él se comía y tiraba las manos, pies y cabezas en el monte camino a la granja abandonada donde los cocinaba. Los familiares de las víctimas pronto fueron a la policía para denunciar a los desaparecidos, pero los oficiales no pudieron hallar relación entre las víctimas, excepto que muchos de ellos eran hombres adultos.
Debido a su pobreza, el comegente no contaba con una nevera para guardar la carne, por lo que mataba a 2 personas por semana para no padecer hambre.
El 12 de febrero de 1999, un miembro de la Defensa Civil atendió una llamada de emergencia hecha por dos jóvenes que decían haber encontrado ollas con restos humanos en el parque 12 de Febrero. La policía empezó a rastrear las cercanías del puente en busca de más cuerpos y así se tropezaron con el rancho de un demente.
Tras investigarlo descubrieron varios objetos, ropas, libros, cuadernos y documentos cuyo origen el dueño de la granja no pudo justificar. Cuando revisaron la cocina de la pequeña choza, encontraron en los recipientes carne y vísceras de personas preparadas para el consumo; además se tropezaron con 3 cabezas humanas, también varias manos y pies.
Su propietario, Dorangel Vargas Gómez, fue arrestado y escoltado por el Cuerpo Técnico de la Policía Judicial y la Policía Montada, quienes lo trasladaron a la comisaría más cercana donde fue interrogado. Para sorpresa del sargento Gumersindo Chacón, el comegente narró sin remordimiento todas sus fechorías.
Cocinando personas
En la comisaría, Dorangel Vargas, de 42 años, confesó que tras vivir bajo el puente por 11 años, se alimentó de personas que descuartizaba para después cocinarlas en rústicas ollas. El comegente afirmó que le gustaba más alimentarse de hombres diciendo: “éstos son más sabrosos, saben recio como cochino salado, como jamón, da gusto comer un buen macho; las mujeres son dulces, es como comer flores y te dejan el estómago flojo, como si no hubieses comido”.
Hoy en día Dorangel Vargas Gómez permanece encerrado en una celda de la Dirección de Seguridad y Orden Público del estado de Táchira, donde pasa los días fumando e imaginándose suculentas recetas.
Es el primer asesino en serie venezolano… o al menos el primero en ser capturado.
Fuente: Notitarde.com
Fotos: Agencia Orinoquia