Entre los vendedores está Carlos Condonoza, quien tiene 12 años ofreciendo su mercancía a visitantes y turistas que van a echar un ojito, a ver que recuerdo se llevan de la patrona de los zulianos y de su tierra. Condonoza manifiesta que para él es un orgullo promover a su estado con cada pieza que vende.
Franelas, gorras, rosarios, móviles, cuadros, llaveros y imágenes talladas en diferentes materiales se consiguen en cada uno de los puestos apostados en las afueras del templo, con precios accesibles para todos los estatus sociales.