El joven estaba en la casa de su abuela en la callejuela del barrio San Agustín, detrás del colegio de abogados. Se encontraba con sus familiares en una reunión, Hernández llegó en su vehículo Montecarlo rojo y lo estacionó frente a la residencia de su familiar.
Eran cerca de las 4.00 de la mañana cuando un sujeto apodado “Ale Perico”, pasó por el mismo lugar en su Malibú blanco. El antisocial no quiso avanzar por la calle porque un inmenso, pero transitable, charco de agua estaba de frente.
Molesto “Ale Perico” le pidió a Hernández que moviera el Montecarlo para que le diera paso, porque según dijo “no pasaré con mi carro por el charco”.
Hernández no preguntó ni reclamó, inmediatamente se subió al vehículo y lo rodó el carro para darle paso al antisocial. Sin embargo eso no fue suficiente para el presunto asesino, quien volvió al rato con unos amigos que abrieron fuego contra el infortunado.
Allegados de la familia explicaron que el presunto asesino mantiene azotada a la comunidad. “Cuando alguien les cae mal, van y lo matan como si nada. La tierra es de ellos y se hace lo que digan”, dijo una dama que no se identificó por temor a represalias.
Servio Hernández trabajaba como comerciante en un negocio familiar de queso, era soltero y no dejó hijos.