Los astronautas que residen en la Estación Espacial Internacional completaron el sábado la primera de varias caminatas espaciales de urgencia y retiraron una bomba vieja como parte de las labores necesarias para reparar una línea de enfriamiento descompuesta.
Los estadounidenses Rick Mastracchio y Michael Hopkins retiraron sin contratiempos la bomba de amoniaco, que tiene una válvula averiada, y completaron la tarea antes de lo previsto. Debían concluir la tarea en la siguiente caminata espacial, el lunes.
«Una Navidad adelantada», dijo el Control de la Misión cuando Mastracchio retiró la bomba, que tiene el tamaño de un refrigerador.
Si Mastracchio y Hopkins mantienen la rapidez, dos caminatas espaciales serían suficientes para completar la instalación de la bomba de repuesto y quizá no sea necesaria la tercera, prevista para el día de la Navidad.
Debido a la falla ocurrida hace 10 días, uno de los dos serpentines idénticos de refrigeración se enfrió demasiado y los astronautas se vieron obligados a apagar todo el equipo no esencial dentro del laboratorio orbital, situación que casi paralizó las investigaciones científicas a bordo y dejó a la base orbital en estado vulnerable.
El Control de la Misión deseaba que los astronautas permanecieran el sábado más tiempo en el espacio para adelantar las reparaciones, pero Mastracchio, que se quejó de sentir frío y estar incómodo, solicitó regresar al interior de la nave. La caminata espacial duró cinco horas y media, una hora menos que lo previsto pero con resultados más que satisfactorios.
Antes, Mastracchio había logrado desconectar con relativa facilidad la tubería del fluido de amoniaco y los cables eléctricos de la bomba. Ocasionalmente algo de amoniaco escapaba y se convertía en hojuelas que le rozaban el traje. Mastraccio logró recuperar un pequeño anillo toroidal que parecía escabullírsele flotando.
«íLo tengo, lo tengo! íApenas!», dijo Mastracchio, mientras extendía la mano.
«Que no se pierda, es un regalo para la bota navideña», respondió el Control de la Misión.
«No se lo digan a mi esposa», expresó Mastracchio, quien reía entre dientes mientras colocaba la pieza en una pequeña bolsa para basura.
Mastracchio, quien realiza su séptima caminata en el espacio, y Hopkins su primera, utilizaron un equipo con seguridad extra durante su misión fuera de la nave. Con la medida, la NASA intentaba impedir que volviera a ocurrir lo sucedido hace meses, cuando un astronauta casi muere ahogado al inundarse su casco de agua.
El sábado, los astronautas utilizaron en sus trajes mangueras tipo esnórquel y almohadillas que absorben agua.
Para la tranquilidad de todos, los astronautas que salieron al espacio permanecieron secos, pero a media labor Mastracchio sentía mucho frío en los dedos de los pies, tanto que tuvo que activar la calefacción de sus botas.
El Control de la Misión se preocupó ante la molestia que sentía Mastracchio.
Dos horas después, sin embargo, Mastracchio sostenía la bomba vieja. Cuando el Control de la Misión recomendó que se adelantaran más faenas, Mastracchio respondió: «Quisiera almacenar este módulo viejo, hacer un poco de limpieza y parar aquí el trabajo».
Dijo que un par de cosas le causaban molestia, no sólo la temperatura, y declinó abundar en detalles cuando el Control de la Misión le preguntó qué le sucedía.
Los controladores del vuelo cedieron a la petición. Una vez que la bomba vieja fue colocada en un lugar seguro temporal, los astronautas comenzaron a recoger sus herramientas para reingresar en la nave.
A la emoción de desplazarse a 418 kilómetros (260 millas) de altura de la Tierra se sumó una alarma por humo que se activó en la estación espacial mientras los astronautas efectuaban sus faenas en el espacio. Se determinó rápidamente que se había tratado de una falsa alarma.
Además de los dos estadounidenses, tres astronautas rusos y un japonés viven en la estación espacial.
Fuente: AP
Agencias (Foto)