Los fieles del expresidente Ricardo Martinelli han conseguido atrasar dos veces el proceso de renovación interna para evitar la infiltración del oficialismo. Ahora, sin embargo, se arman: para frenar la erosión, irán por la Presidencia de la Asamblea.
Las elecciones de la próxima Junta Directiva de la Asamblea Nacional, en julio, mostrarán el pulso de los retardados comicios internos en el opositor Cambio Democrático (CD), según han dejado ver sus dirigentes de facto. El partido, teledirigido por Ricardo Martinelli desde Estados Unidos, intenta maniobrar para que por las rendijas de su crisis doméstica no se cuele el oficialismo.
Martinelli, de hecho, ha descrito el camino para ‘blindarse’: el colectivo deberá hacerse con el control del Legislativo, con candidatos afines a la directiva de la formación y con el apoyo de ‘otras fuerzas’ políticas (el ala institucional del PRD), para ‘hacer contrapeso’ al varelismo.
‘La bancada puede adelantar conversaciones con suficiente tiempo de antelación’, ha zanjado Martinelli en una de sus últimas cartas al colectivo.
Sin embargo, un supuesto proceso de ‘renovación’ que impida tal cosa, no las tiene fáciles.
De acuerdo con algunos analistas políticos, el Gobierno ha emprendido una estrategia para neutralizar a sus opositores, con el apoyo de las diferentes bancadas del Legislativo (11 de 25 de CD respaldan al oficialismo), para permitirse gobernar sin mayores complicaciones y sin mayorías propias.
‘Varela, a diferencia de Martinelli, no necesita que los diputados se cambien de partido político’, señaló Mario Rognoni.
LA RUTA FALLIDA
La exministra Alma Cortés, quien coordina el partido en Panamá y organiza el proceso de elecciones internas, asegura que este se ha retrasado porque hallaron anomalías en la conformación de poco más de un centenar de nóminas.
Incluso, dice, tales ‘errores’ podrían traducirse en delitos, aun cuando según el Tribunal Electoral (TE), estas ‘fallas’ eran subsanables sin tener que suspender el proceso.
Las elecciones de más de 1,500 convencionales (3,000 personas se inscribieron) estaban pactadas para octubre pasado, pero se suspendieron poco después de que el panameñismo quebrara a la bancada de CD en dos, para conseguir la elección de Rubén de León como presidente del Legislativo.
Luego, fueron agendadas para abril, pero vueltas a suspender por la decisión del TE de abstenerse de ayudarles, ante la inestabilidad interna.
El retraso también ha afectado la elección de los dirigentes de la Juventud y de Mujeres, que debieron celebrarse hace ocho meses.
Sin definir cuándo elegirán a sus nuevos dirigentes de base, el partido tampoco puede decidir la fecha en la que se renovará su Junta Directiva, que desde 2003 no se ha ratificado en las urnas, sino al ritmo de las decisiones del propio Martinelli.
Tampoco lo ha hecho su Convención Nacional, ‘la máxima autoridad del partido’, aun cuando el artículo 34 de los estatutos internos establece que deberán ser renovados cada cinco años. Cada CD, de acuerdo con la norma , tiene derecho a elegir a un candidato.
UN PARTIDO QUE ANSÍA VOLVER AL PODER
‘En realidad el grupo de Cortés no logró inscribir la suficiente cantidad de nóminas afines a ellos para garantizarse la victoria en las elecciones de convencionales’, relató una fuente interna que que señala que esta es la razón por la que nunca se ha materializado el llamado a comicios.
Ya bautizado como un partido tradicional, los martinelistas en CD no pueden permitirse la infiltración de sus bases si desean volver al poder en 2019, reflexionan desde adentro.
Entre 2009 y diciembre del año pasado, el partido, que había crecido como burbuja tras la victoria de Martinelli, perdió una quinta parte de sus adherentes, mientras el oficialismo se apuntaba un 15% más de inscritos.
El PRD, su rival en la oposición, asegura tener cien mil seguidores más que CD, tras haber salido a las calles con su maquinaria política para agitar su proceso electoral, previsto a celebrarse en octubre próximo.
Los afines a Martinelli temen que el colectivo padezca lo del PRD, que en su intento de regresar al Gobierno, tras la salida de Martín Torrijos, se fracturó y perdió dos veces seguidas las elecciones.
CD, además, carga con el peso de los escándalos por corrupción que mantienen a su líder en el autoexilio –para evitar ser apresado en Panamá-, y a uno de sus directores y tesorero, bajo prisión preventiva.
‘Por eso el martinelismo debe mantener el control’, insisten fuentes internas. En la ejecución de su proyecto de control, el martinelismo tuvo que dar de baja a Rómulo Roux, encargado hasta finales del año pasado del partido, algo ‘blando’ para un colectivo que necesita hallar la ruta de vuelta al poder.
DC|La estrella Panamá